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Foto del escritorRabia Revista

BLACK LIVES MATTER: LA CULTURA COMO OPRESIÓN NATURALIZADA.


El pasado 25 de mayo, George Floyd era asesinado de manera brutal por la policía de Mineápolis. Un caso que, lamentablemente, lejos de ser aislado, sumaba otro nombre a la lista de las miles de víctimas de la violencia institucional y el abuso policial estadounidense, sólo que esta vez, George representó la gota que rebalsó un océano de represión y opresión racista.



Pero el Movimiento BLACK LIVES MATTER fue más allá del reclamo social e interpeló de manera directa a la fábrica de sueños Americana: La producción televisiva estadounidense.


El marco cultural no es un dato menor, quienes militamos en cualquier espacio sabemos que es imposible pensar las opresiones sin relacionarlas intrínsecamente con la cultura. Qué se dice, qué se consume, qué se crea (y qué se cree) nunca fueron decisiones inocentes y han contribuido históricamente a perpetuar relaciones de poder desde su naturalización.


En este contexto, no sólo es importante ver lo que está pasando en Estados Unidos para reconocerlo como una protesta histórica, sino que es necesario leerlo a su vez como una oportunidad inigualable para repensar nuestros propios contenidos latinoamericanos y levantar la voz en el reclamo de nuestros propios consumos.

¿Cuáles son los cambios que está implementando el mainstream yanqui?

El eje principal del reclamo audiovisual se centró en los programas policiales, enfocado al hecho de mostrar al cuerpo de policía como “los buenos”, cargando con sí todo lo que ello supone. Cómo decíamos antes, estas representaciones no son inocentes y acometen repletas de prejuicios. La televisión del tío Sam no sólo es generadora de sentido común en su propia región, sino incluso en la de muchas culturas que buscan emularla o pertenecen, de manera directa o indirecta, a una suerte de subyacencia.


En respuesta a esto, algunos docurrealitis como COPS o Live PD fueron cancelados e incluso los reclamos llegaron a la ficción, cuando la exitosa sitcom Brooklyn-99 decidió eliminar todos los capítulos ya grabados de su octava temporada para repensar la trama desde cero.


Si bien Brooklyn-99 es una serie que constantemente ha tratado el tema del racismo con el personaje de Raymond Holt (Andre Braugher) y su difícil ascenso en el cuerpo policial por ser una persona negra y homosexual, esta vez la búsqueda se orienta a visualizar el abuso de poder, la brutalidad y el racismo policial en las calles de Estados Unidos.


El actor que interpreta a Terry Jeffords (Terry Crews) decía en el marco de una entrevista que le hicieron por este mismo motivo: "En este momento tenemos que unirnos y tratar de comprender por qué sucede esto. Tenemos que luchar juntos contra el problema".


En otro orden de cosas, el elenco y la producción de Brooklyn 99, reunieron mediante las redes sociales 100 mil dólares que donaron a un fondo nacional creado para pagar las fianzas de las personas detenidas durante las protestas por el asesinato de George Floyd.



Pero estas repercusiones no sólo se hicieron visibles en los programas policiales. Muchos shows estadounidenses están tomando iniciativa a partir de los reclamos, teniendo en cuenta que el racismo no sólo se manifiesta en el abuso físico o en la segregación de las personas por su color.


Una crítica recurrente se presenta sobre los famosos whitewashing, la práctica del mundo del entretenimiento de poner a actores blancos a interpretar personajes no-blancos (afroamericanos, asiáticos, latinos, etc.). Esta “costumbre” no sólo cierra la puerta a miles de actores por no pertenecer a la pequeña élite blanca de la sociedad estadounidense, sino que es otra forma de silenciamiento y discriminación dentro de las propias producciones.


Fox anunció que Los Simpsons no volverán a contar con actores blancos para interpretar a personajes de otras etnias. Kristen Bell (Molly en Central Park) y Jenny Slate (Missy en Big Mouth) abandonaron sus roles por los mismos motivos. El mismo día que las actrices hicieron su anuncio, Mike Henry (Cleveland Brown en Family Guy) agregaba: "Ha sido un honor interpretar a Cleveland en Padre de familia durante 20 años. Adoro a este personaje, pero las personas de color deben interpretar a personajes de color. Por ello, abandonaré el papel".



Para algunas series ya terminadas, como BoJack Horseman, no hay vuelta atrás. La serie fue duramente criticada por la elección de Alison Brie para interpretar a Diane. En este contexto la actriz salió a dar su opinión al respecto:


“Nos perdimos una gran oportunidad de representar a la comunidad vietnamita-americana de manera precisa y respetuosa, y por eso estoy realmente apenada.”


Incluso Raphael Bob-Waksberg, creador de la serie, hizo un descargo en twitter para invitar a los futuros productores y realizadores del mundo audiovisual a no pasar por alto estas cuestiones:


“Incluso en las pequeñas formas en que escribimos a la experiencia de Diane como una mujer de color, o más específicamente una mujer asiática, rara vez fuimos lo suficientemente específicos como para pensar en lo que significaba ser específicamente vietnamita estadounidense y eso fue un gran error (racista) de mi parte. La intención detrás del personaje es que quería alejarme de los estereotipos y crear un personaje asiático-estadounidense que no fuera definido únicamente por su raza. Pero fui demasiado lejos en la otra dirección. ¡Todos estamos definidos de alguna manera por nuestra raza! ¡Por supuesto que lo estamos! ¡Es parte de nosotros!”


También, fueron eliminados capítulos de series que utilizaban Blackface como “Dwight Christmas” (The Office, temporada 9); “Advancen Dungeons & Dragons” (Community, temporada 2), “My Fifteen Seconds”, “My Jiggly Ball” y “My Chopped Liver” (Scrubs, temporadas 3 y 5, respectivamente) y distintos capítulos de South Park.


Pero, una pregunta radica de esto:


¿Es eficiente eliminar el contenido? ¿hacer borrón y cuenta nueva y aquí nada ha pasado?


Un ejemplo distinto vimos con Lo que el viento se llevó, película que, luego de ser quitada de las plataformas, volvió a las mismas con un aviso que denuncia la representación de su contexto histórico y el retrato erróneo de la comunidad afroamericana.


Este agregado a la película está hecho por Jacqueline Stewart, una profesora de la universidad de Chicago, quién añadía “Para mí, se trata de una oportunidad única para pensar en todo lo que podemos aprender de los clásicos del cine. Ahora mismo, la gente está recurriendo a películas para re-educarse sobre asuntos raciales (...) Si todos cumplimos con nuestra parte, puede que acabemos presenciando el debate más honesto, productivo y fundamentado a nivel nacional sobre el movimiento Black Lives Matter, dentro y fuera de la pantalla”.


***


Es necesario tener memoria, apuntar a que la crítica se sostenga sobre un material que está ahí, al cual podemos volver no para reproducirlo sino, todo lo contrario, para no sostenerlo, para no cometer los mismos errores. Si es evidente lo discriminador de un contenido al punto tal de que sea considerado borrarlo, entonces, se puedo obrar en pos de no volver a producir otro contenido de esa índole.


Es momento de aceptar que las cosas están mal, hacer autocríticas reales. No eliminar las producciones, mirar para el costado y ser políticamente correcto cambiando de canal como si nada hubiera ocurrido.


Estas controversias, revisiones, reclamos y tomas de postura, deben servir para remarcar una premisa que intenta alzarse hace años:


Quienes no sufren las opresiones no pueden hablar en nombre de quienes sí.

Quienes hemos sido oprimidos históricamente en cualquiera de sus formas sabemos que no se trata de “Bueno, es un personaje”, “Bueno, están exagerando un poco”. Son años y años de silenciamiento donde esto no es ni por lejos lo más grave que pasa, pero suma.


Cuando te sacan de todos los lugares, de la toma de decisiones, de la historia, de los espacios de poder, de las representaciones y de tu propia voz, ya no podemos referirnos a las cualidades de un actor o actriz para interpretar a una persona distinta de sí y tenemos que hablar de un borramiento histórico. La cultura es la historia contada por los que ganan.


El reclamo de Black Lives Matter no solo es justo y preciso, sino que sienta precedente para una nueva ola de producciones, donde será importante que no se ridiculice, pero también que se agregue elenco no-blanco y, por sobre todas las cosas, que éstas historias comiencen a ser contadas también desde la dirección y guión por personas pertenecientes a todas las etnias.


Es fundamental que se replanteen los contenidos, que se analicen, que se critiquen de manera tal que lleguen a los oídos de quienes los producen y que cuando éstos produzcan algo nuevo sea sobre las bases de demandas, cuánto mínimo, acordes a su época.


Basta de hacer oídos sordos de las realidades que están pasando en el mundo y seguir reproduciendo los mismos discursos en todo el ámbito cultural.


Por mucho que me pese decirlo, Estados Unidos ha sido desde los 90s una de nuestras principales referencias culturales, y es por esto que este derrumbe de la hegemonía audiovisual blanca en la televisión yanqui me parece un primer escalón para fundar una independencia de los patrones de la colonia cultural, pero, además, para extrapolar este reclamo a nuestras propias producciones y consumos.


La sociedad está en llamas y no podemos permitir que el cuarto poder se lo olvide.


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